Feliz Pascua de Pentecostes

Feliz Pascua de Pentecostés 23 de mayo de 2021

Pentecostés - Colección - Museo Nacional del Prado

Surge como imperativo las palabras del salmo 103: “ENVÍA TU ESPIRITU, SEÑOR, Y REPUEBLA LA FAZ DE LA TIERRA”. Es urgente que la faz de esta tierra esté iluminada por el espíritu del Resucitado, para que el hombre y la mujer de hoy no caminen en las tinieblas en una sociedad que con paso rápido va perdiendo la luz de la fe. Es una de las solemnidades más importantes de la Iglesia Católica ( Hch. 2, 1-11 ). Es el gozoso comienzo en el tiempo y en la historia de la Iglesia confiada en aquellas palabras a los apóstoles: “ Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt.16,13-20). Día de la acción católica y del apostolado seglar. Día y fecha de la iglesia misionera para anunciar al mundo que JESUCRISTO VIVE: “Id por todo el mundo y anunciad el Evangelio” ( Mc.16,15-20 ).

Cada año nos sentimos embargados con nueva realidad por el gozo de Pentecostés, cuyas notas son claras y a ellas hay que atenerse, para ser fieles a la nueva gracia: oración, fraternidad, Eucaristía y María. Cuando se den estas notas en nuestras personas y en nuestras comunidades, entonces se comenzará a poner en práctica la actuación del Espíritu Santo. Es la audacia de la fe en Cristo presente la que nos impulsa. Esta audacia se convierte en esperanza ante las dificultades y miedos y en caridad a través de las ocasiones de darse a los demás, olvidándose de sí mismo.

“Abrasados” aún por el fuego del Espíritu Santo, debemos escuchar el grito de Pablo de Tarso: “No apaguéis el Espíritu” (1Tes. 5,19). Porque también hoy es verdad, la convicción de los primeros cristianos: “ Donde está el Espíritu del Senor, allí está la libertad “ (2.Cor 3,17 ). En el tiempo actual, atemorizado y amenazado por el miedo de las pandemias, el baile y desconcierto de las vacunas, la falta de credibilidad de los políticos con su ataque despiadado en la mayoría de los casos, contra las libertades, la dignidad de la vida en todos sus campos, la “nueva” moral, la familia, la enseñanza, la ley de género… queriendo implantar un aire comunista que nuble esta España, esta Europa y este mundo globalizado, nos tienen anestesiados y controlados en todos los sentidos. No se puede ser verdaderamente libre y luchar por la libertad interior, sin cultivar y enriquecer la vida del espíritu, en el silencio, en el encuentro con uno mismo, la reflexión y la apertura a Dios. Nos hacemos más creyentes y más humanos cuando nos abrimos a a acción del Espíritu, que nos pone en armonía con nosotros mismos y nos conduce a vivir en verdad y caridad, y nos abre a la comunicación gozosa con Dios. Que el Espíritu Santo despierte nuestra fe débil, pequeña y vacilante, intentando que Cristo ocupe el centro de nuestro corazón, de nuestras iglesias y que, nada ni nadie lo suplante ni oscurezca, ni pueda confinar. Que el Espíritu Santo abra nuestros oídos para escuchar las llamadas de los hombres y mujeres de hoy, los interrogantes, sufrimientos, conflictos y contradicciones del momento presente. Que el Espíritu Santo purifique el corazón de su iglesia, de nuestra iglesia, para que reconociendo sus errores sin obsesionarse, se deje purificar por la luz y el fuego del Espíritu. Que este mismo Espíritu nos dé la fuerza que brota del amor para mirar con realismo y amor la vida, el mundo y, sobre todo, las personas. Mirar el momento, amenazado de dificultades pero cuajado de tantas esperanzas para que le miremos con los ojos de Dios. Que este Espíritu nos urja a hacer de nosotros y con nosotros una Iglesia misionera, con corazón compasivo y esperanza contagiosa.

Quizás la tragedia más grande sea nuestra incapacidad creciente para la oración, “distraídos por tanto hacer”, y olvidando la única fuente de hacer eficaz la acción del Espíritu Santo en nosotros: LA ORACIÓN desde el SILENCIO. En este tiempo de tanta desazón, aturdimiento, apatía, miedos y desconcierto, es urgente el caminar de hombres y mujeres nuevos, que sean fieles a la GRACIA recibida y firmes en las palabras de Jesús: “que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde “( Jn.14, 27-31 ). Y para que se den estos testigos, se han de dar las características del primer Pentecostés: “los apóstoles en oración y con María, la madre de Jesús” (Hch. 2, 1-11).

Nuestras comunidades debieran ser en cada celebración un pequeño Pentecostés, de donde salimos transformados, valientes y audaces, capaces de llenar de CRISTO RESUCITADO este mundo tan vacío de Dios. Qué salgamos a las “plazas” de nuestras vidas para testimoniar de obra y palabra que Jesucristo vive. Dios no regala la historia prefabricada, sino que el hombre la construye con la gracia de Dios. Se abren nuevos caminos en este tiempo de una crisis sin precedentes, marcada por la pandemia y lo que está por venir, que genera el desorden religioso, político, social y humano a la evangelización firme, gozosa, audaz y valiente al hombre y mujer de hoy. Y el estrenar estos caminos necesita cristianos nuevos, curtidos en la esperanza, en el optimismo y en la audacia. No es tiempo de lamentaciones, añoranzas y miedos. Este momento del siglo XXI nos llama a una renovación personal por el Espíritu para ser signos de Cristo crucificado y resucitado. Dejemos que el Espíritu Santo abra las puertas de nuestro cenáculo, para transformar nuestro mundo de la embriaguez espiritual que tuvieron los primeros habitantes del cenáculo.

Que María, nuestra Madre, nos impulse a decir un SÍ perseverante al Espíritu Santo para proclamar que “ JESUCRISTO ES NUESTRA ESPERANZA “ ( Col. 1-27 ), ( Hch. 1,14 ). ¡Que la secuencia de Pentecostés sea la oración y la meditación de esta celebración!:

1.Ven Espíritu Divino manda tu luz desde el cielo, Padre amoroso del pobre; don en tus dones espléndido; luz que penetra la almas; fuente del mayor consuelo.

2.Ven dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga lágrimas y reconforta en los duelos.

3.Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

4.Riega la tierra en sequía, Sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, Guía al que tuerce el sendero.

5.Reparte tus Siete Dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.