Cuaresma 2022

CUARESMA 2022: EN MEDIO DE UNA SERIA TEMPESTAD, PROVOCADA EN TODAS LAS PARTES DEL MUNDO POR EL DIABLO VESTIDO DE COMUNISTA. EL MUNDO ENTERO, EUROPA, ESPAÑA Y UCRANIA, LA CENICIENTA DEL DOLOR, Y RUSIA EL ALIADO DE SATANÁS.

Hoy más que nunca es urgente releer en clave de CONVERSIÓN los dos mensajes dados en San Sebastián de Garabandal, cuyos mensajes no son anécdotas aisladas de unas apariciones, sino el centro y el reto de las mismas. Es tiempo de plantearse nuestra identidad de bautizados a la luz de las bellas e inquietantes palabras de los mensajes: todos estamos llamados y retados a vivir la Cuaresma con la fuerza de tales acontecimientos y tales mensajes. Es un tiempo vivido como búsqueda y encuentro, que nos lleva a una CONFRONTACIÓN abierta con la vida diaria, para liberarla de la oscuridad y transformarla, y vivir así una PASCUA bella y luminosa.

Avanzando, un año más, por los caminos cuaresmales, podemos recordar las palabras de San Pablo a los Corintios: “Me gloriaré de todo corazón en mi debilidad, para que resida en mí, el poder de Cristo” (2Cor. 12, 7-10). Las principales facetas de la gran CRISIS que atraviesa la humanidad en estos momentos, son principalmente:

1) La pandemia del covid 19, que esclaviza al ser humano haciendo de él ser domado por los políticos de turno, sembrando el miedo y el desconcierto sanitario y políticamente por la actitud confusa de políticos y países, aprovechando dicha pandemia para controlar al individuo, privándolo de la libertad.

2) La invasión rusa sobre Ucrania que compromete a Europa y a todos los países del mundo suscitando un atentado de esa humanidad, atropellando la cultura de la vida, la dignidad de la persona y los grandes males económicos. La fuerza del comunismo a escala mundial y nacional, atentando contra la Iglesia y los valores evangélicos.

3) Europa occidental en profunda decadencias de valores, y sumergida en una gran crisis de fe y de la cultura de la muerte: las nuevas leyes sobre el aborto, eutanasia, ley de género, y divorcio.

4) El fenómeno de la globalización, que no sólo es testigo del progreso técnico y científico de la humanidad, sino que también ha desnudado la gran pobreza del corazón del hombre del siglo XXI, sumergiéndolo en una profunda soledad.

Ante este panorama nos queda vivir la verdad de Cristo y tener como norma su Evangelio. En medio del cambio de época que se manifiesta en toda su crudeza y sacude hasta aquellos que más seguros se sentían. En medio de tantas realidades enumeradas, se impone una Cuaresma firme y exigente, exenta de lindeces y liturgias “baratas”. Es un tiempo de gracia (2Col 6,2) para saber dónde estamos y descubrir a dónde vamos. Hoy se plantea elegir entre caminos que conducen a la vida o caminos que conducen a la muerte (Dt. 30,15). La Iglesia nos invita a una autentica conversión (2Cor. 5,20). La conversión tiende a producir una nueva forma de ser y de actuar, para ello debemos escuchar a Dios, que nos busca en nuestra debilidad (Gen 3, 8-13), y confrontar nuestra desnudez con la Misericordia del Padre, nuestro pecado, con su paciente espera para vernos venir desde “lejos”(Lc 15, 11-32). La conversión es don y tarea, nunca es instantánea, ni siquiera la de Sauro de Tarso (Hch 9, 1-18).Es un proceso permanente e inacabado hasta el momento del encuentro definitivo con el Padre. En medio de nuestro constante peregrinar, hagamos una profunda y sincera “sentada” a lo largo de nuestro camino, aprovechando la liturgia cuaresmal para volver el corazón y nuestra mirada a Dios, desde la intimidad de la oración, y atenta escucha de su Palabra en clave de conversión, y volver el corazón al hermano por quien nos pregunta Dios (Gen 4, 9-10) viviendo la oración, el ayuno y la limosna como exigencia de la austeridad compartida. Sólo así podremos celebrar con los panes ácimos de la sinceridad y de la verdad, la Pascua 2022 y un día la eterna Pascua.

Que la Virgen Maria, nuestra Madre (Jn 19, 26-27) y Madre de la Iglesia comparta nuestro camino. Esta Madre que va hacer 61 años se acercó aprisa a esta montaña de Judá llamada Garabandal, dejándonos la gran tarea a cumplir sin demora expresada en los dos profundos y ricos mensajes, para escoger el camino de la vida y no de la muerte. A ella Mujer de la Pascua le encomendamos nuestra reconciliación haciendo lo que nos dice poniendo por obra las palabras que dijo a los sirvientes de las bodas de Canaán: “Haced lo que El os diga” (Jn 4, 14).

Refugio de los pecadores, ruega por nosotros

Padre Rolando